jueves, 30 de julio de 2009

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jueves, 16 de julio de 2009

El orden divino en la alabanza: Las Fuentes

Un día, un amigo de la familia nos visitó en la casa de mis padres. Después de disfrutar de la comida tomó una guitarra y nos enseñó una bonita canción en zapoteco (una lengua indígena de la región del Istmo de Tehuantepec, muy antigua, de sonidos suaves y musicales). Sin entender en absoluto lo que decía la letra, pude percibir que había tristeza y dolor en la melodía. Después nos explicó que esa canción se titulaba en español “Última Palabra” y que en Oaxaca, su tierra natal, se cantaba durante los funerales de un ser querido. Me llamó especialmente la atención porque me recordó un himno que se cantaba en la iglesia desde hace años, que aunque no tenía exactamente la misma melodía, sí era la misma idea musical.
Me pregunté si era posible alabar a Dios con una música que, si bien era muy bella, expresaba tanto desamparo y desesperanza. Más aún, ¿sería posible exaltar el Nombre que es sobre todo nombre y humillarnos delante de Él con música que expresara rebelión o soberbia? La música es en sí misma una forma de expresar una idea, la cual está unida a nuestra alabanza a Dios, por lo que es muy importante aplicarla correctamente. Me dispuse a buscar la dirección de Dios y a escudriñar las Escrituras para entender cuál es el orden que Él ha establecido para su adoración y encontré cosas muy interesantes que deseo compartirles.
A Dios, lo que es de Dios
Lo primero que podemos decir en cuanto a la correcta adoración a Dios es que la Biblia nos enseña que nada podemos ofrecerle al Señor Todopoderoso, santo y perfecto que no provenga de Él. En realidad, fuera de Él no hay nada que valga la pena. Por ejemplo, nuestras oraciones pueden ser recibidas en lo alto solo si están de acuerdo a la voluntad de Dios (1ª Jn. 5:14-15), es decir, si lo que hablamos en oración es conforme a su Palabra. Quien pide y no recibe, seguramente es porque pide de la manera incorrecta (St. 4:3). Dios no tiene por qué escuchar lo que le es ajeno, por eso la Biblia dice que el sacrificio de los impíos es abominación a Jehová (Pr. 15:18).
Lo mismo sucede con nuestra alabanza, solo será recibida si lo que le decimos a Dios con música (esto es la alabanza, una oración musical) es conforme a su Palabra (Sal. 87:7). No por nada los cantos más poderosos son aquellos que usan el texto bíblico casi literalmente. También es muy importante que la música usada en la alabanza tenga un origen divino o sea inspirada por Dios. La música que proviene de Él es espiritual y tiene características específicas que veremos en las siguientes entregas.
Por último, es necesario que la alabanza sea elevada desde el corazón (Ef. 5:19; Col. 3:16), es decir de nuestro espíritu pues el corazón es figura del espíritu –cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón lo recibimos en realidad en nuestro espíritu que se une, a partir de ese momento, al Espíritu de Dios (1 Co. 6:17). Así que, tanto el contenido (lo que correspondería a la letra) como la música y el intérprete mismo, deben provenir de Dios para que una alabanza sea agradable delante del Señor. A continuación abordaremos cada uno de estos aspectos.

CONTINUARÁ.....